EN BRAZOS DE LA TIERRA. Reseña de Leonora Acuña de Marmolejo.
Isabel Díez Serrano
Editorial Creación. 28200-
San Lorenzo de El Escorial, Madrid, España. 2011. Págs. 94
Prólogo de Purificación
Lozano, escritora.
Por: Leonora Acuña de
Marmolejo
Escritora, poeta,
periodista, crítica literaria , y pintora.
Navegando por la brillante trayectoria
de la poetisa hispalense Isabel Díez Serrano, podemos concluír que ella -como
dijera el eximio poeta salvadoreño Antonio Gamero- “vino al mundo con
brújula y con mapa, para ensayar senderos más humanos donde encontrar
justicia y esperanza.”
La mayor parte de este poemario titulado
En brazos de la Tierra, está escrito en la “difícil facilidad” del verso
libre, porque como dijera la connotada poetisa uruguaya Delmira Agustini
(1886-1914) en su poema “Rebelión”: el mar no quiere diques, quiere playas.”
Sólo los últimos cuatro poemas de este libro son sonetos que por supuesto,
conllevan la impronta de excelencia clásica característica de su poesía.
El
meollo de este poemario (vertebrado en tres secciones) esta basado en la
creencia de su autora en la teoría de la reencarnación.
Grandes pensadores, intelectuales, psiquiatras,
filósofos, y maestros de metafísica se han adherido a esta teoría, como lo son
por ejemplo: Cicerón, Nietzshe, Platón, Walt Whitman,Tolstói, Ralph Waldo
Emerson, Mohandas K. Gandhi, Kahlil
Gibran, Goethe, Carl Jung, y el
metafísico Dr. Emmet Fox entre otros.
Algunos médicos psiquiatras como el Dr.
Brian Weis -psiquiatra del hospital Mount Sinai de Miami, E.E.U.U.- por medio
del hipnotismo han llevado a sus pacientes a un estado de regresión para
recordar las vidas pasadas de sus reencarnaciones. El Dr. Weis es autor de “Muchas
vidas, muchos sabios”; “A través del tiempo”; y “Lazos de Amor” entre otros.
Algunas veces enfrentamos frustración y
excitación especulando sobre ciertos misterios difíciles de desentrañar, como
este de la reencarnación. El Hinduísmo es el más fuerte seguidor de esta
creencia de que nuestras almas renacen a la vida en sucesivos cuerpos después
de la muerte hasta que alcanzamos descanso (Moksha) del ciclo de muerte y
renacimiento. También el misticismo judío ha sido partidario de esta idea.
Yo, particularmente estoy de acuerdo con
quienes piensan que el mejor argumento para sustentar este concepto, es pensar
que la perfección espiritual (basada en méritos tales como amor, honestidad,
integridad, bondad, compasión, indulgencia, y justicia), es muy difícil de
alcanzar en una sola vida, y consideran entonces que siendo Dios misericordioso, indulgente y compasivo,
nos ha de dar otra oportunidad para alcanzarla.
“Como los espíritus han de pasar a
través de varias encarnaciones, se deduce de ello, que todos hemos tenido varias
existencias y que tendremos otras, más o menos perfectas, sea en esta tierra o
en otros mundos”. –Dr. Gérard Encausse.
Con este claro epigrafe nuestra eximia poetisa Isabel Díez Serrano
entroniza su admirable poemario, en cuyo transfondo subyace (como se dijo
antes) su creencia en el debatido tema de la reencarnación, tema para el que
ella presenta sus versos en primera persona
representando el alma en su
tránsito de una vida a otra en los diferentes planos de evolución.
Comenzaré diciendo que la autora, muy
acertadamente ha ilustrado su libro con fotos de Meagan de Oregón, en su estado
de gestación progresiva (págs. 19 y 73) Al lado de la primera imagen (mostrando
su vientre de lado) vienen sus versos “Del mundo de donde vengo / traigo
aún mi pesar; / en el espacio azul / he dejado preguntas terrenales / que nadie
contestó, / tan sólo fui empujado / por un sinfín de rostros / hacia un viaje
oscuro / carrusel tiempo-espacio / que había de nutrirme / hasta ser
nuevamente”.
En el poema que encabeza Estoy en el
principio de la carne (pág. 14) el ente anímico nos habla de su transitorio estado gestativo dentro del
vientre materno que tras de nueve lunas lo incorporará al ciclo en que deviene
siempre la creación: Estoy en el principio de la carne. / Un clamor de aguas
vivas / va templando mi forma. / Ayer, nada sabía. / Todo es oscuridad. / Al
cumplir de las lunas / la luz del mundo / golpeará mis retinas aún humedecidas,
/ seré puente-cristal / entre el día y la noche, / rosa aturdida de temblor
luminoso, / efímera aventura / que se incorpora / al misterioso vértigo de la
creación.
Por supuesto que adentrándose en el
debatido tema de la reencarnación, no podria haber faltado en sus versos la
consideración sobre el Karma, que según el Budismo y el Hinduísmo, es la
doctrina sobre la responsabilidad de nuestros actos en todas las
reencarnaciones, que explican y justifican nuestra buena o mala fortuna en la
vida por la cual estemos atravesando. Así pues el Karma viene a ser la ley de
causa y efecto. La casualidad no existe. Hay Karma bueno, y Karma malo. Es la
“deuda” que contraemos por el mal, o el “cobro” por el bien que hagamos.
Afincado en esta doctrina, en el libro “Lazos de Amor” de Weis, Federico Nietzsche
dice: “Mi doctrina es: Vive de tal modo
que llegues a desear vivir otra vez, éste es tu deber, ¡porque revivirás de
todas formas!.” Y siempre regresamos ya
que esta vida es una escuela y cada vida es un grado más adelantado que el
último.
Cosechamos lo que sembramos. Somos
responsables no sólo de nosotros mismos sino algunas veces también de los
demás, de la comunidad, y del planeta.
Asi pues existe el Karma Individual, el Karma colectivo, y el Karma planetario.
Y tal parece que nuestra querida Isabel espera aún su premio mayor, el que ella por sus
múltiples méritos se merece. Asi lo vemos en su ya mencionado poema Del
mundo donde vengo (pág. 18) cuando se expresa así: […] Alguien bajó hasta
el valle / a mostrarme el camino para cumplir la ley / de los karmas que aún me
pertenecen. / La luz del universo me subyuga, / el atrio de mi casa
resplandece, / mi paz, / la paz que conseguí, / se ha quedado dormida / en el
tiempo y olvido.”
Hemos de observar que nuestra poetisa
regularmente se refiere al ciclo de muerte y renacimiento, con un lenguaje
metafórico de gran elevación mística: “carrusel tiempo-espacio” (pág.
18); “misterioso vértigo de la creación” (pág. 14); o “el milagro del
hueso y de la carne” (pág. 75).
En su poema He venido de nuevo (pág.
25) nos habla de una nueva reencarnación
con estos versos: He venido de nuevo / a encerrarme en la carne / a este mundo
de incógnita del cual nada recuerdo. […]
De nuevo encontraré la fuerza de la vida; / ayer, era pura conciencia y
habitaba en un sueño, / un sueño que es la muerte,
Nos habla del tránsito de un cuerpo a
otro, cuando plasma estos versos de la página 33: Este río de olvido / que de fechas vacías está
lleno / y en cuya plenitud el poeta se ahoga… […] Cambia mi vida pero mi muerte es única.
[…] Olvido dulce y largo donde el cuerpo / inocente se baña en las tinieblas / de la tierra mutable…” A
este respecto Brian Weis nos dice (pág. 104) de “Lazos de Amor”: “El cuerpo y
el alma son como el coche y el conductor. Recordemos siempre que somos el
conductor y no el coche. No debemos identificarnos con el vehículo. […] El conductor, el alma, nunca cambia.. Sólo
cambiamos de coche.” Así también nuestra poetisa nos lo dice en su poema (pág.
29) Porque nadie regresa de la muerte / y permanece siendo el mismo
hombre. Y más adelante prosigue con estos preciosos versos que en mi emoción, no
he podido eludir por su aquilatado simbolismo: […] en esa soledad que es
estandarte / de eternidad, / pude abrir el recuerdo con signos ancestrales / y
aprender en la piel del Universo / que soy viejo en lucir ciudadanía, / que
otras veces / llegué a encarnar poemas / con cuestiones / que ahora se hacen respuesta. / Hombre, /
sombra,/ escultura / tallada / al compás
de la muerte repetible y austera.
Según la teoría, las reencarnaciones
cesan cuando el individuo ha desarrollado el amor por todos sin distinción. La meta es el amor porque Dios nuestro
creador es amor, y la naturaleza siempre busca unir por medio del amor. Curar y
reformar por medio y para el amor. Así nuestra poetisa Díez Serrano lo expresa
en la página 36 : ¡Amor! ¡amor! Gritamos. / Si Dios ya nos lo entregó.
Y continúa en la página siguiente: Palabra
más encendida y elocuente / no ha sonado en los ámbitos del mundo. / […] He
aquí el clamor del hombre: / nacemos del amor / y al morir / sólo Amor
encontramos.
Siendo como antes se dijo: que la vida
es una escuela, una experiencia continua de crecimiento, en la página 55 Isabel
corrobora esto cuando se manifiesta asi: Se aprende de la vida. / Se
aprende de la muerte / al estrenar la infancia.
Isabel introduce la parte III de su
poemario con un epígrafe que reza así: “Antes de nacer, el niño ya ha vivido /
y la muerte, no termina nada” – M. Fontaine “Egipto” 424. De ahí quizás que se
dé el caso de los llamados “niños prodigio”. Algunos de estos, hablan lenguas
extranjeras sin haberlas aprendido con anterioridad (capacidad a la cual se
denomina “xenoglosia”); otros niños vienen a la vida con una maestría musical o
artística como si hubiesen tenido una
previa capacitación para ello.
Extendiendo un poco más la mirada por
otros derroteros de la inspiración de esta admirable poetisa, observamos que
aupada por su insaciable inquietud intelectual e inquisitiva, en elevada inspiración
poética, su estro traspasa los límites
físicos y como en una transmutación humana de gran sensibilidad femeninamente
maternal, navega como un feto por los secretos y misteriosos laberintos de la
gestación, como podemos verlo en su poema de la página 72 (el que precede a la
foto de Meagan de Oregón mostrando el
perfil de su avanzado estado de embarazo): Estas aguas pacíficas me
aduermen, / estas aguas que llegan columpiadas… / Madre de todos los
hombres / mujer que me enamoras
aún antes de
nacer. / Qué bien me encuentro en casa , arrebujado / alcanzo mi dedito y lo llevo a la boca . /
Me sabe a mar, a ti, a dulce laberinto / que no entiendo / ni veo, / todo es opaco aquí, todo esclarece /
cuando tú te levantas y te envuelves / la túnica del Sol.
Nuestra poetisa cierra su poemario (pág.
94) con un soneto magistral de altísimos quilates líricos con el que resume -por decirlo así-,
el papel de cofre y nido reencarnador de
vida de la madre: He nacido por fin, yo te busqué, / me guardaste en tu
entraña , miel-cobijo, / madre tan sólo una, amor me dijo / y contigo en tus
aguas me embarqué. […] Gracias doy por cumplir con lo pactado, / llegué a ti y
me amaste en el momento / en que tu corazón y el mío, doble acento / se
hicieran uno en cuerpo desdoblado. / Doble latir, doble existencia, un nido. /
¡Gracias, por no ser carne en el olvido!
Invito a los lectores a disfrutar
sabiamente navegando deleitosamente por las páginas de En brazos de la
Tierra. ¡Verán que éste es un regalo para el espíritu!
En la solapa de este poemario aparece
una breve mas sustanciosa biografía de esta insigne poetisa, cuya cuna arrulló el
Guadalquivir, y La torre del oro
cual centinela sus pasos vigiló. Díez Serrano es una exitosa mujer de gran intelecto, talentosa, intensa, libre
pensadora, vertical en su amistad, y humanamente bien equilibrada y noble, como el filántrópico ser que es. Guardando una
armoniosa personalidad, sabe ser flexible dentro de la reciedumbre espiritual
de roble que la asiste. La sangre andaluza que corre por sus venas, la hace ser
notablemente carismática y vibrante como su expresión poética, y agradable en
el trato con ese joie de vivre que la anima. Si determináramos escribir en más detalle
sobre su transparente y ejemplar andadura lirica y personal, se nos irían
páginas tras páginas para hacerle verdadero honor; y bien podríamos decir sin
incurrir en hipérbole, que ella en su trascendental y paradigmática andadura, ya ha escalado un plano muy alto de conciencia cósmica. A
continuación me permito transcribir la mencionada nota biográfíca:
Isabel Díez Serrano: Sevilla,
residente en El Escorial (Madrid). Poeta. Promotora Cultural. Crítica
literaria. Antóloga. Treinta libros publicados entre ellos: Antología de la
Poesía Cósmica, México. Te esperamos, Chile. Testigos del amor y la locura,
España. Aromas de relámpagos, México. Relámpagos interiores, España.
Controversia y aplomo, México. Publica en revistas de España y América tanto en
papel como en la red. En más de 70 Antologías. Traducida a varios idiomas: Poemas
musicalizados por varios autores.
Premios: Alhoja De plata, Sánchez
Brum. Mención de Honor Prometeo de Poesía. Accesit mundial Fernado Rielo de
Poesía Mística. Trofeo Reina Amalia, José Gerardo Manrique de Lara (Asoc. De
Escritores y Artistas Españoles). Mujer 2010 en Cultura por el Ayuntamiento de
la Leal Villa de El Escorial, y otras Menciones de Honor.
Quién es quién en las
Letras Españolas desde 2003.
¡Elevemos pues nuestra voz al unísono
exultantes por el orgulloso triunfo de ISABEL DÍEZ SERRANO quien
con vara alta en el claro lirismo de su
hontanar poético, ha puesto una estrella más en el firmamento de nuestra
gloriosa Lengua Cervantina!
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